miércoles, octubre 24, 2012
Rimas pelegrinas
RIMAS PELEGRINAS (ANA PELEGRÍN
Y LA TRADICIÓN ORAL INFANTIL)
Publicado en Lazarillo (2012, nº 26, págs. 91-99)
Persiguiendo su imprevisible presencia me he extraviado en el laberinto múltiple de las voces que hablan del prodigio y he vislumbrado su íntegro poder floreciendo en el florilegio de los romances, los recreos y las retahílas que hechizan a los niños y a cuya fascinación me he rendido cada vez que la palabra comenzaba a anular el tiempo.
(Ana Pelegrín)
La belleza necesaria de lo insignificante. Ana Pelegrín Sandoval (1938-2008) creyó toda su vida en eso, lo buscó siempre, desde que con apenas trece años diera sus primeros recitales poéticos en el domicilio familiar de Córdoba (Argentina): esas fotografías la retratan con un pequeño vestido blanco asombrando a unos adultos de edad y pensamiento acomodados cuya expresión revela algo de desconcierto ante la niña actriz. La fe de Ana por la palabra rimada, y más aún por la rima infantil, por el sinsentido: “¿Acaso la palabra poética se dirige a la razón necesariamente?” (La flor de la maravilla). Y su devoción por la lógica del niño: “Me gusta porque no puede ser”, así explica en Cada cual atienda su juego el placer infantil por la retahíla.
. Sus exilios hablan de libertad y explican su palabra. Exiliada de su país y exiliada de cierto sistema académico que sigue sin digerir la libertad de hablar sin comas, Ana Pelegrín nunca sucumbió al exilio que a todos nos envejece: el de la niñez. Muchos años después de aquellas veladas poéticas cordobesas, en su último artículo, Ana habría de recordar el día en que la llevaron a conocer el hielo, definiendo así la memoria poética infantil:
Un tapiz carcomido, visible el desnudo armazón de hilos antes entretejidos, algunas hebras al aire, un desdibujado diseño, una cesta con ovillos de distintos colores para intentar su reconstrucción. Quizás un vitral hecho añicos con algunas imágenes a recomponer, pequeños trozos de cristal desperdigados, semienterrados pero centelleando en el arenal del tiempo, pasan como ráfagas para imaginar la tarea emprendida.
A la manera de aquellos pedagogos de la II República que llevaron adelante la utopía de las Misiones Pedagógicas, la Maestra Pelegrín entendía el arte como la feliz coincidencia triangular de tradición oral, teatro y memoria, entendiendo además que el arte (dejando aparte el amor) es lo único que nos redime. Con ese espíritu se inició de juglaresa en el teatro infantil, con las mismas convicciones fundó Acción Educativa en 1975, y desde los mismos principios impartió, hasta su jubilación, clases en el INEF (Universidad Politécnica de Madrid) sobre expresión corporal y creatividad, antropología del movimiento y juegos tradicionales y gimnásticos. Necesarias son estas breves advertencias para entender la labor de Ana Pelegrín en el ámbito de la tradición oral, y para tener en cuenta, desde ahora, que la investigación sobre esta parte de la actividad infantil tienen un antes y un después de ella.
Antes, por ejemplo, de que Ana Pelegrín nos pusiera sobre aviso, las canciones y retahílas tradicionales transmitidas por los niños eran contempladas por la filología como meros retazos textuales (únicamente textuales) de un estado “más perfecto” de la tradición, el adulto. La tesis doctoral de Ana y sus posteriores abundamientos investigadores en el tema, vino a alumbrarnos –y a deslumbrarnos- rectificando esa percepción miope. Tal y como explica en la introducción a la tesis:
La hipótesis que ha guiado mi trabajo es considerar que el texto de la poesía oral infantil no consiste sólo en su aspecto verbal, sino que se presenta como condensación de actos expresivos diversos (lenguaje verbal, gestual y sonoro en el espacio y el tiempo), y tiene las características del “texto dramático”.
Observación que glosa sistemáticamente en su Repertorio de antiguos juegos infantiles:
El repertorio se ofrece como un intento de contribuir a la realización de un corpus lúdico, un primer y detallado compendio de más de doscientos juegos, en texto e imagen, asistido por el aparato crítico e iconográfico para avalar que el juego tradicional es una síntesis de lenguajes expresivos –verbal, gestual, sonoro-, ocurriendo en el espacio y en el tiempo, un rito reactualizado a través de los años, guardando en ocultas huellas de sonido y movimiento los trazos magistrales de una poética de la tradición oral.
“Trazos magistrales” pues, y no retazos deshilachados de algo que fue y ya no es. Y he aquí el segundo de los deslumbramientos de las investigaciones pelegrinas: mostrarnos y hacernos entender que la palabra poética infantil tiene la capacidad de confiscar, en su aparente sinsentido, símbolos, temas, motivos y universos que la tradición adulta ha ido desechando, o sepultando bajo la primacía del torpe y raso valor denotativo del verbo.
Son iluminadores, al respecto, dos trabajos: el estudio crítico con el que Ana prologa el Repertorio tradicional infantil sefardí de Susana Weich-Shahak, y que titula “Tuvo que contar cien y un año”; y el capítulo del Repertorio de antiguos juegos infantiles dedicado a la canción-juego Pipirigaña, que se complementa con diversas observaciones expuestas en La flor de la maravilla (especialmente las del capítulo titulado “Del mundo al revés”) y en Cada cual atienda su juego.
La pregunta, por sencilla, parecía no haberla hecho nunca nadie. Ana la formula así: “Una y otra vez he releído las versiones de Pez pecigaña preguntándome ¿qué dice lo que no dice Pez pecigaña? ¿qué dice la escucha de la resonancia tradicional?”. Y su búsqueda minuciosa de respuestas en “el entramado de la cultura oral” desemboca en la revelación del texto infantil como supervivencia prodigiosa de arcaicos ritos carnavalescos, sugeridos en alguna pintura de El Bosco, mencionados por la esmerada observación de lo lúdico de los humanistas del Siglo de Oro: el personaje de Pez pecigaña danzando en el entierro de la sardina, el del cochinito peladito como niño agredido por los mayores en el desfile festivo, la pícara vieja del rincón enlutada de cuaresma:
La retahíla… incorporada al repertorio infantil hace más de cinco siglos sostiene su tono primero: el disparate que desde la olvidada red de transgresión carnavalesca acompaña el contar-cortar del burlón personaje, este Pez pecigaña, transformándose sin cesar en el entramado tradicional.
La palabra tradicional infantil tiene, pues, sentido, y las pedacerías rimadas de las retahílas avisan de un mundo perdido: nuestro propio mundo, nuestra memoria cultural. Pero, más allá aún, Ana Pelegrín escudriña no ya en las rimas con la que los niños juegan sin advertir de forma consciente ancestrales significados, sino en el discurso lógico que sostienen algunas canciones infantiles, aquellas que hablan de la dicha o de la desdicha del amor, de la cárcel involuntaria, de la guerra, de adulterios, incestos y otras tropelías de la vida, y ante las que los adultos -al oírselas cantar a los niños- tranquilizan su conciencia pensando “los niños no saben lo que dicen”. Los niños sí saben lo que dicen, pudo demostrar Ana, y ése es su –nuestro- tercer descubrimiento.
La aportación de la investigadora al IV Coloquio Internacional del Romancero, celebrado en Cádiz en 1987, es un trabajo trascendental en este ámbito. Un apartado de su artículo “Romancero infantil”, el titulado La mujer-niña, contiene consideraciones reveladoras:
Los temas del romancero infantil en un alto porcentaje lo constituyen los temas del universo femenino… La mujer-niña explora en el romancero el sitio que le depara la sociedad, el aprendizaje de la condición femenina. La relación de la niña y la autoridad paterna, el acoso paterno o filial del amor incestuoso (Delgadina, Tamar), el castigo al requerimiento rechazado (Santa Catalina). Explora la tan peculiar desgracia de no ser varón (Doncella guerrera), la desprotección de la mujer alejada de su núcleo familiar (Isabel de Liar), la imposibilidad de salir de una situación de cautiverio si no es gracias a la intervención salvadora del padre o del hermano (Las tres cautivas, Hermana cautiva), la reclusión y el despojamiento de los atributos femeninos (Monja a la fuerza), la condición de ser doblemente sometida y desamada (Me casó mi padre), la cruel competencia entre la hija y la madre por un mismo sujeto amoroso (Conde Niño)… Sin duda estos temas responden a la realidad de la mujer sólo en el entorno familiar tradicional. Pero la realidad psíquica se desplaza en el tiempo y en el espacio. Porque en cualquier edad retenemos aquellos retazos de historia que hablan de los procesos de los pensamientos y las emociones que subyacen en la interioridad profunda. Los temas de estos romances aluden a temores, a los desafíos de la fuerza ciega del deseo, al abandono, a la soledad, al amor y a la muerte. A través de estas historias las niñas pueden comenzar a reconocer la otra medida del pensamiento no lógico, el arduo camino del crecimiento, la dura tarea de conquistar su lugar en la realidad… La otra historia que las niñas perciben como parte de su vida.
Aunque Ana se quejara de dejar cosas pendientes antes de irse, su trabajo sobre la tradición oral infantil es un vestido que nos queda grande. Por dejarnos, hasta nos dejó un mapa preciso (caminos, senderos, atajos, puentes, ríos, montañas) del universo enmarañado de la poesía infantil, una clasificación limpia, posible y operativa que a la filología siempre le había parecido inaccesible. Para este cuarto deslumbramiento partió, como siempre, de la duda, husmeó en la especial naturaleza literaria de canciones y retahílas y nos explicó que, a semejante entramado, no podían aplicársele las fronteras habituales usadas por la investigación. En uno de sus estudios más detallados (“Catálogo de retahílas y canciones infantiles en Andalucía”) dibuja ese mapa, demostrando que no se pueden poner puertas al campo, pero que la inteligencia y la observación atinada nos permiten apreciar la historia sentimental del paisaje. Y la belleza de las cosas insignificantes.
Según dejó dicho en alguna entrevista, Ana Pelegrín se consideraba consecuencia intelectual de dos tipos de formación: la letrada y la iletrada, la académica y la que a todos nos lega –y no siempre incorporamos a nuestro bagaje- la memoria cultural de nuestra especie. Enriqueciéndose continuamente con una y otra, mezclándolas sin prejuicios, abordó otras vertientes de su trabajo distintas, pero no distantes, de la tradición oral infantil.
No quedaría completo este perfil de Ana sin la mención al menos a su lectura, selección atinada y edición de poetas y poemas para niños y jóvenes, antologías memorables en las que -como el caso, por ejemplo, de Huerto del limonar- nos descubre el lado más clandestino y bellísimo de los versos de la Generación del 27.
Y no podría cerrarse este perfil sin dedicar un momento a su penúltimo trabajo vital: los libros infantiles del exilio. Durante más de veinte años, Ana pelegrinó por librerías de viejo de La Habana, México o Buenos Aires con el objetivo tozudo e irremediable de rescatar todos esos libritos publicados por lo españoles exiliados en el 39 y destinados a unos niños que ya no eran los suyos, pero en los que volcaron la intuición pedagógica con la que se habían educado en el país perdido. Pequeña memoria recobrada (otra vez la belleza de lo insignificante) continúa la cita prodigiosa: la luz y esa niñez.
Y ésta es Ana Pelegrín Sandoval, la flor de la maravilla.
Bibliografía y documentación
Libros
La aventura de oír, cuentos y memorias de tradición oral. Madrid: Cincel, 1982; Madrid: Anaya, 2004 (nueva edición corregida y ampliada).
Cada cual atienda su juego. Madrid: Cincel, 1984; Madrid, Anaya, 2008 (nueva edición corregida).
Libro de Estampas y almanaque del niño. Madrid: Comunidad de Madrid, 1989.
Repertorio de antiguos juegos infantiles. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1998.
Juegos y poesía popular en la literatura infantil-juvenil, 1750-1987. Tesis doctoral. Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2002. CD ROM. URL Oficial: http://eprints.ucm.es/tesis/19911996/H/3/AH3039401.pdf
La flor de la maravilla: juegos, romances, retahílas. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1996; 2006 (2ª edición corregida).
Libros en colaboración
Malonda, A; Pelegrín, A.; Bonino, J; Carvajal, J. Expresión dinámica. Valencia: Centro de Orientación de Universidades Laborales - Instituto de Ciencias de la Educación de Valencia, 1971.
Pelegrín, A.; Ochoa, C. Dramatización: curso, música y dramatización. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1976.
Lyu, A; Pelegrín, A.; Sanuy. M. La expresión dinámica: curso. Música y dramatización. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia, 1976.
Pelegrín, A. (coord.). Catálogo de Literatura Iberoamericana Infantil y Juvenil. Madrid: Acción Educativa, 1999.
Pelegrín, A.; Sotomayor, Mª V.; Urdiales, A. (eds.), Pequeña memoria recobrada. Libros infantiles del exilio del 39. Madrid: Ministerio de Educación, política social y deporte, 2008.
Antologías
Poesía española para niños. Madrid: Taurus, 1969; 1988 (3ª ed., 8ª impr.).
Deditos y cosquillitas. Ilustraciones de S. Goldman. Madrid: Espasa Calpe, 1994 (2ª ed.).
Misino Gatino. Ilustraciones de J. R. Alonso. Madrid: Espasa Calpe, 1997 (2ª ed.).
Raíz de Amor. Madrid: Alfaguara. 1999.
Poesía española para niños. Ilustraciones de T. Gatagán. Madrid: Alfaguara, 3ª ed., 8.ª imp. 1991; 2002 (7ª impr.);
Letras para armar poemas. Ilustraciones de T. Gatagán. Madrid: Alfaguara, 2000; 2004 (2ª ed., 3ª impr.).
Poesía española para jóvenes. Ilustraciones de J. R. Alonso. Madrid: Alfaguara, 2005.
Huerto del limonar. Ilustraciones de R. Vivas. Madrid: Edelvives, 2007.
Libros de texto
Juguemos con los «Picotes» 1: expresión dinámica, dramatización y educación teatral. Zaragoza: Edelvives, 1971.
Juguemos con los «Picotes» 1: Guía para el profesor: creatividad, expresión, dramatización. Zaragoza: Edelvives. 1971.
Los picotes en Aldeavieja 2: educación teatral, expresión corporal, juegos dramáticos, títeres. Zaragoza: Edelvives, 1972.
Los picotes en Aldeavieja 2. Guía del profesor: expresión dinámica (orientaciones y sugerencias). Zaragoza: Edelvives, 1972.
Los picotes y el gallo de la veleta 3: expresión corporal y verbal, juegos dramáticos, títeres, máscaras-vestuarios. Zaragoza: Edelvives, 1973.
Los picotes y el gallo de la veleta 3. Guía del profesor: expresión dinámica, teatro-taller. Zaragoza: Edelvives, 1973.
Cuentacuentos Baltasar 2º EGB. Zaragoza: Edelvives, 6.ª edición, 1981; 1991.
Cuentacuentos Baltasar 1º EGB. Zaragoza: Edelvives, 3.ª edición, 1981; 1983.
Artículos y capítulos de libros
1970. «Juegos dramáticos» [curso de Educación Teatral], en Documenta. Valencia: Universidad Laboral de Cheste.
1971. «Juego dramático, expresión corporal, expresión oral», en: Documenta, Valencia: Centro Docente - Universidad Laboral.
1972. «Expresión dramática», en La Escuela en Acción, Junio, nº 1089, pp. 9-11.
1976. «Curso de expresión y creatividad», en Revista Pedagógica, nº 19. Colombia.
1977. «Aproximación a la Poesía infantil», en Existir. Cuadernos de Expresión. Abril. pp. 22-29.
1977. «Sobre formas teatrales de creación colectiva», en Existir, cuadernos de expresión. Junio, Barcelona, pp. 19-22.
1977. «Poesía infantil de tradición oral», en: Existir, diciembre, n.º 4, Barcelona, pp. 30-44.
1978. «Improvisación. Una técnica de trabajo», en: Cuadernos de Pedagogía, diciembre, nº 48, Barcelona, pp. 71-74.
1979. «Poesía infantil de tradición oral», en: Boletín de Acción Educativa, n.º 2-3. Madrid.
1979. «De poesía tradicional para los más pequeños», en: Boletín de Acción Educativa, nº 7-,1. Madrid. pp.98.
1979. «Juego simbólico, juego dramático», en Música y Danza para el niño. Madrid. Instituto Alemán, pp. 93-104.
1982. «Poesía de tradición oral para los más pequeños», en Cuadernos de Pedagogía, nº 89. Barcelona.
1982. «Sobre los cuentos tradicionales», en Cuadernos de Pedagogía, agosto, n.º 91/92. Barcelona.
1982. «Sobre poesía infantil», en Boletín de Acción Educativa, n.º 13. Madrid.
1983. «Folklore y literatura», en: Cuadernos de Pedagogía, nº 101, Barcelona, pp.66-68.
1983. «Poesía infantil, de tradición oral» en Literatura infantil. Madrid. Acción Educativa.
1987. «Taller de poesía», en Innovación en la enseñanza de la lengua y la literatura. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia. pp. 301-313.
1989. «Panorama sucinto de la poesía contemporánea para niños», en Letragorda, n.º 3, Murcia: Editora Regional, pp. 15-17.
1989. «Antología de poetas andaluces. Taller de poesía en el aula» en II Jornadas Andaluzas de Preescolar. Granada. Ministerio de Educación y Ciencias, pp. 41-55.
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1990. «Bibliotecas para los más pequeños», en VV.AA. Congreso Internacional de Educación Infantil. Aspectos jurídicos y sociales. Madrid: Comunidad Autónoma de Madrid, Vol. 1, pp. 165-180
1990. «Poesía infantil», en CLI. Núm. 14. Barcelona: Fontalba, pp. 8-13.
1991. «Literatura y juegos tradicionales», en Dossier del Curso de Formación del Profesorado. Roma: Liceo Español Cervantes.
1992. «Juegos tradicionales. Expresión y psicomotricidad», en Congrés d'Expressió, Comunicació i Pràctica Psicomotriu. Barcelona: Institut Municipal d'Educació.
1993. «Juegos y poesía tradicional infantil» en Revista interuniversitaria de formación del profesorado, n.º 18 (Ejemplar dedicado a Didáctica de la lengua y la literatura). Zaragoza: Universidad de Zaragoza, pp. 43-51.
1993. «Cor Gentile», en: Lluís Virgili, L'Orfeó lleidatá, Lleida, Abril pp. 171-172.
1993. «El juego tradicional en la Literatura y el Arte», en P. Cerrillo (ed.) Literatura infantil de tradición popular. Cuenca: Universidad Castilla-La Mancha, pp. 45-54.
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1994. «El cuerpo espectáculo: volatines y saltimbanquis» en: FISIS (monografías sobre ciencias del deporte), nº 1. Madrid, pp. 29-42.
1994. «Literatura oral infantil: Las retahílas», en Peonza. nº 30. Santander, Octubre, pp. 14-20.
1995. «Literatura oral infantil», en Anthropos: Boletín de información y documentación. nº 166-167 (Monográfico de Literatura popular: conceptos, argumentos y temas). Barcelona: Anthropos, pp. 124-129.
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Prólogos
Juan Ramón Jiménez. Canta pájaro lejano. Ilustraciones de Luis de Horna. Madrid: Espasa Calpe, 1981.
Sucesos Extraordinarios .Cuentos Escogido. por Santos Pérez. Prólogo Ana Pelegrín. Palma de Mallorca: José Olañeta, 1982.
Nicolás Guillén. Isla de rojo coral. Salamanca: Lóguez, 1993.
Guerrero Ruíz, P.; López Valero, A. Poesía popular murciana. Murcia: Universidad de Murcia, 1996.
Juan Ramón Jiménez, F. García Lorca y R. Alberti. Mi primer libro de poemas. Ilustraciones de Luis de Horna. Madrid: Anaya, 1997.
Entrevistas y Dossier
1985. Villa Olga; Martínez, Luz «Entrevista con Ana Pelegrín» en Pedagogía, Revista nº 3, Estudiantes Facultad de Educación de la Universidad Complutense pp. 23-28.
1997. Martín Rogero, Nieves. «Ana Pelegrín: La poesía convertida en maravilla» [Entrevista]: Amigos del libro, Julio-Septiembre, nº 37, Madrid, pp.45-50.
1998. Niño, Cesar «Entrevista con Ana Pelegrín: sobre la tradición oral» [Entrevista]: Escuela en acción infantil, marzo-abril, nº 10.564, pp. 6-8, Madrid.
2000. Rodríguez, María del Mar «Entrevista con Ana Pelegrín: La tradición oral está en un momento de cambio y olvido» [Entrevista], Revista trimestral de pedagogía musical: Música y educación, octubre, n.º 43, pp. 7-11. Madrid.
2001. «La poesía; raíz de vida» charla con los alumnos de E.S.O. del Instituto Las Rozas I. Madrid.
2006. Lara, Lola «Ana Pelegrín, el cuerpo es un lenguaje de arte...» [Entrevista]: Cuadernos de pedagogía, n.º 358, pp. 44-49. Barcelona.
2007. Pilar Bolaños. Entrevista a Ana Pelegrín, en las Jornadas de Teatro Infantil. Octubre. Sevilla.
2007. «Cuerpo, Movimiento y Educación: Hacia las artes del movimiento»[Entrevista], Ecos de opinión: ECOS, Arte y cultura para la infancia. enero-abril n.º 6, pp. 21-25. Madrid.
2007. «Los Repertorios de Ana Pelegrín», [entrevista y artículos coordinado por Puerta Leisse, Gustavo]: Educación y Biblioteca. Madrid, Julio-Agosto. nº 169.
martes, octubre 23, 2012
Marta de Nevares, Amarilis, Marcia Leonarda
NEVARES SANTOYO, Marta de.
Madrid, c. 1591 – Madrid, 7-IV-1632.
Amante de Lope de Vega.
Apenas nada se sabe de la vida de Marta de Nevares antes de su encuentro con Lope de Vega, sólo que a los trece años fue obligada a contraer matrimonio con Roque Hernández de Ayala, un hombre al que el Fénix denostaría sin reparo en algunos de sus escritos, hasta el punto de celebrar así su muerte en 1619: "¡Bien haya la muerte! No sé quién está mal con ella, pues lo que no pudiera remediar física humana, acabó ella en cinco días con una purga sin tiempo, dos sangrías anticipadas y tener médico más afición a su libertad de vuesa merced que a la vida de su marido”. Tres años antes, en 1616, Lope y Marta de Nevares se habían encontrado en una fiesta poética presidida por ella, naciendo allí un amor apasionado y leal, de tintes trágicos, y en cualquier caso definitivo en la existencia del escritor. En aquel momento, Lope contaba cincuenta y cuatro años y Marta apenas veinticinco, él se había ordenado sacerdote poco tiempo antes y ella –según la describiera su amante- “tenía los ojos verdes, cejas y pestañas negras, y en cantidad, cabellos rizos y copiosos, boca que pone en cuidado los que la miran cuando ríe, manos blancas, gentileza de cuerpo, el don de la poesía, la voz divina, la pureza del hablar cortesano, toda la gracia de la danza y, por marido, un fiero Herodes”. En sus misivas al Duque de Sessa, Lope llegó a escribir en aquellos primeros días de amor encendido por Marta: “Yo estoy perdido, si en mi vida lo estuve por alma y cuerpo de mujer, y Dios sabe con qué sentimiento mío, porque no sé cómo ha de ser ni durar esto, ni vivir sin gozarlo”.
Pudo ser y se gozó. Lope llevó a Marta de Nevares a vivir con él a su casa madrileña de la calle Francos (hoy calle Cervantes, 11) y durante dieciséis años la pareja sobrellevó como pudo la clandestinidad y la maledicencia, inevitables en una corte murmuradora que les reprochaba la diferencia de edad, la condición de casada de Marta, el sacerdocio de Lope y el que llegaran a tener una hija fuera del matrimonio.
Los primeros años de convivencia debieron ser felices, aunque también complicados: en agosto de 1617 Marta da a luz una niña, Antonia Clara (Clarilis), fruto de su unión con Lope, pero inscrita en la partida de bautismo como hija de Roque Hernández; a finales de 1618 le nace un niño muerto, probablemente también hijo de Lope; entre 1618 y 1619 se desarrollan los pleitos de Marta de Nevares contra su marido para obtener la anulación de su matrimonio, lo cual culmina con la muerte inesperada de Roque Hernández, que Lope de Vega festeja en la dedicatoria de su comedia La viuda valenciana, publicada ese mismo año.
La afición a la poesía de Marta de Nevares y sus dotes artísticas para escribir versos, cantar, tañer y bailar crearon en Lope de Vega una devoción inusitada y muy pronto el poeta hizo un sitio a la amada en su creación literaria. Para ella –que al parecer tenía cierto talento de actriz- escribió alguna comedia que se llegó a representar en la casa de Lope, Amarilis la llamó en su frondoso epistolario amoroso de aquel tiempo y, a partir de 1619, Señora Marcia Leonarda. Con este pseudónimo se dirigió a ella en la dedicatoria de La viuda valenciana, cuya protagonista –Leonarda- es indudable trasunto de las desdichas padecidas por Marta durante su matrimonio con Roque Hernández. Por petición expresa de Marta, en fin, se adentró el escritor en un terreno hasta entonces para él desconocido, la novella, publicando entre 1621 y 1624 sus Novelas a Marcia Leonarda.
El profuso material autobiográfico que Lope acostumbraba a incorporar a su literatura permite identificar en las Novelas a Marcia Leonarda las vicisitudes de la pareja en el tiempo de su composición. De forma originalísima, Lope construye estas cuatro novelas enmarcando las ficciones en un diálogo-epístola que el narrador sostiene con una destinataria inmediata, la Señora Marcia Leonarda, a quien, al tiempo que entretiene con sus relatos, cumplimenta y galantea a través de intercolunios que interrumpen a cada paso el acontecer narrativo. De este modo, puede apreciarse cómo en la primera novela (Las fortunas de Diana, 1621) Lope regala a Marta su quehacer novelesco: “No he dejado de obedecer a vuestra merced por ingratitud, sino por temor de no acertar a servirla: porque mandarme que escriba una novela ha sido novedad para mí…”; y también se deja ver en las tres siguientes (1624) el esfuerzo del escritor por cuidar y consolar a una Marta de Nevares que, muy joven, enfermó y comenzó el declinar de su vida.
Hacia 1622 Marta empieza a quedarse ciega y en 1627 pierde enteramente la vista (“Cuando yo vi mis luces eclipsarse, / cuando yo vi mi sol escurecerse, / mis verdes esmeraldas enlutarse, / y mis puras estrellas esconderse”). Lope, viejo y cansado, aunque sigue trabajando y publicando, se dedica al cuidado de Marta, que hacia 1628 padece sus primeros ataques de locura, muriendo en la casa del poeta en la primavera de 1632. De la tristeza de ese tiempo ha dejado un testimonio lejano y bellísimo el poeta José Hierro, que en su poema Lope. La noche. Marta (1991) evoca así la desdicha de los amantes: “Hasta mañana, Noche. / Tengo que dar la cena a Marta, / asearla, peinarla (ella no vive ya en el mundo nuestro), / cuidar que no alborote mis papeles, / que no apuñale las paredes con mis plumas / -mis bien cortadas plumas-, / tengo que confesarla. “Padre,vivo en pecado” / (no sabe que el pecado es de los dos), / y dirá luego: “Lope, quiero morirme” / (y qué sucedería si yo muriese antes que ella). / Ego te absolvo. / Y luego, sosegada, le contaré, para dormirla, / aventuras de olas, de galeones, de arcabuces, de rumbos marinos, / de lugares vividos y soñados: de lo que fue / y que no fue y que pudo ser mi vida. / Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar”.
Porque el poeta no sufriera más con las habladurías y maledicencias, es Alonso Pérez, su editor y amigo, quien aparece como sufragante de los funerales de Marta de Nevares. Lope, mientras tanto, retoma el primer nombre que dio a su último amor y, poetizando a Marta, publica en 1633 la égloga Amarilis: “No quedó sin llorar pájaro en nido, / pez en el agua ni en el monte fiera, /...y es la locura de mi amor tan fuerte, / que pienso que lloró también la muerte”.
BIBL.: A. CASONA, “Las mujeres de Lope de Vega”, Escuelas de España, núm. 7 (mayo de 1935); A. CASTRO y H. A. RENNERT, Vida de Lope de Vega, Salamanca, Anaya, 1969; A. GONZALEZ DE AMEZÚA, Lope de Vega en sus cartas. Introducción al epistolario de Lope de Vega Carpio, Madrid, Tipografía de Archivos, 1935; LOPE DE VEGA, Novelas a Marcia Leonarda (ed. de Francisco Rico), Madrid, Alianza, 1968; ----, La viuda valenciana (ed. de Teresa Ferrer Valls), Madrid, Castalia, 2001; ----, Amarilis Égloga (facsímil de la edición príncipe, Madrid, 1633), Toledo, Fundación Caja Castilla La Mancha, 2010; A. SARABIA, Amarilis (novela), Madrid, Espasa-Calpe, 1992; A. ZAMORA VICENTE, Lope de Vega. Su vida y su obra, Madrid, Gredos, 1969.
Publicado en DICCIONARIO BIOGRÁFICO ESPAÑOL (letra N)