jueves, marzo 03, 2011

Voces panhispánicas

José Manuel Fraile entrevistando en Valdemanco (Madrid)
a Mercedes Serrano San José (1904-1999)

Al son de los Romances
Reseña de Manuel Naranjo Loreto cedida para Asonante

Antología Sonora del Romancero Panhispánico II
José Manuel Fraile Gil
Edita Cantabria Tradicional S.L.
Colabora Ministerio de Cultura
Instituto de Identidades
Diputación de Salamanca
ISBN:978-84-96042-92-3



Esta antología sonora agrupa como en delicado manojito de flores ciento sesenta romances recogidos de la tradición oral panhispánica provenientes de los cuatro puntos cardinales en los que el romancero aun ha pervive, como vestigio arqueológico y como testigo de una literatura que atesoró trazos de nuestra historia e integró un imaginario popular a ésta poesía anónima.
Una vez más la laboriosidad y el saber de José Manuel Fraile Gil viene a demostrar que las grandes empresas no son fruto de un día, prueba evidente es ésta Antología Sonora del Romancero Tradicional Panhispánico que viene a complementar aquella primera selección alumbrada hace ya cuatro lustros. Resumir en pocas líneas el repertorio que atesora este libro es cuando menos imposible, de ahí que sólo cite una muestra de cada geografía, destacando no sólo el texto sino también la melodía y en su caso el ritmo. Hace hincapié el autor en la ocasionalidad, ya que ésta poesía anónima ha perdurado en el tiempo gracias a su funcionalidad en la vida de quienes la interpretaban: como nana para acunar un niño, en las labores del campo, como canto epitalámico, veladas, filandones, jilas, etc. anotándose bajo éste epígrafe, bien a través de testimonios directos recogidos en la encuesta de campo , bien por medio de apreciaciones y juicios e incluso aportando textos ya publicados en monografías sobre el tema .Redunda José Manuel Fraile en el problema de la clasificación del corpus romancístico, buscando la fórmula más adecuada y clara, de tal manera que la signatura ni confunda ni sea engorrosa para los estudiosos del romancero.
Los textos y melodías que se recogen en los dos cedés que acompañan a este generoso trabajo registran testimonios orales de informantes que proceden de una extensa y heterogénea geografía que nos invita a surcar las aguas de el Atlántico océano para llevarnos a los países americanos en los que el español de aquellas ultramarinas tierras se conserva con esmero y el romancero es un motivo folklórico recurrente del que la memoria colectiva americana ha sabido cuidar y reactualizar a través de curiosas versiones, como la de Bernal Francés, recogida en la década de los cuarenta en el estado de Nuevo México en Estados Unidos e interpretada como corrido o la de Río Grande Norte en Brasil que nos obsequia con el romance de “Conde Claros en hábito de fraile” comenzando casi in media res y utilizando como préstamo y exordio inicial cuatro versos de otro romance, el de “La infanta parida” cuya melodía es un testigo claro de mestizaje e hibridación musical.
Sí en las antiguas colonias ultramarinas americanas no quedaron mudos los testigos de nuestra rancia tradición tampoco lo fue en las riberas del Mediterráneo donde en el último reducto dialectal del catalán fuera de la península Ibérica, la isla de de Cerdeña, en L´Alguer hallamos una preciosa versión de “La monja por fuerza”, motivo éste muy común en nuestra literatura y de amplia referencia en la lírica medieval pero ésta antología estaría incompleta sí en ese recorrido por el romancero de los habitantes que miran a este antiguo mar no se diera rendida cuenta del repertorio de los sefardíes del Norte de África y de Oriente, de los primeros destaca una espléndida pieza que se engloba dentro de los romances noticieros con referente histórico cuyos primeros versos corresponden a “El Rey Fernando en Francia” seguidos por los de “ Doña Urraca libera a su hermano de prisión”, de las comunidades judías de Oriente sobresale una sutil y lastimera “Melinsenda insomne “ recogida en Sarajevo con claras influencias musicales del entorno otomano. De ese mismo área de influencia podemos citar una versión de “La bella en misa “ recogida en Turquía, que despunta no sólo por el texto sino también por la música, cuya factura demuestra que los sefardíes de oriente incorporaban a su repertorio estilos y motivos musicales de clara influencia europea (ópera, canciones italianas y francesa, etc.) indistintamente de la antigüedad del texto.
El área peninsular se ve representada por distintas muestras lingüísticas lo que viene a incidir en que el romancero caló sin fisuras en toda el solar hispano y que una misma fábula se adaptaba a distintas geografías con distinta asonancia o melodía. Dado que este año se cumplen 1300 años de la batalla del Guadalete, la figura del último rey godo también quedó impresa en la memoria del romancero justamente ésta publicación se inicia con el romance de “La penitencia de D. Rodrigo” recogido en Viñas de Aliste, pueblo zamorano muy cercano a la raya portuguesa donde se cantaba en las reuniones vecinales que allí llaman seranos e hilandares y en la siega de los cereales, en ésta zona del noroeste peninsular se denomina con el nombre de “gracia” al soporte melódico usado para la interpretación de romances y bailes, a la melodía con que se interpreta las tribulaciones del heredero del trono de Witiza en Viñas se le denomina “la gracia de la siega del pan”. Dice José Manuel Fraile que las escasas crónicas – posteriores a los hechos- que relatan los sucesos de la batalla librada en el 711, coinciden en achacar la pérdida del rey y la de España a los amores incestuosos de Rodrigo con Florinda La Cava, a través del romance de “El Penitente” ha sido como ha llegado hasta nosotros el legendario recuerdo del último rey godo y la contienda a orillas del río Guadalete.
Se haya bien representado el territorio andaluz, del que Chema posee un vasto conocimiento, de la gavilla andaluza destacan: un romance con referente épico y fronterizo; uno sobre la aventura amorosa; uno que tiene a la mujer como protagonista; cuatro de asunto burlesco y anticlerical; un romance sobre animales y dos de contenido religioso. Todas las versiones aquí citadas aparecen en sendos discos cedés en los que podemos oír de primera mano la voces de quienes guardaron en los desvanes de su memoria ésta poesía anónima.

Manuel Naranjo Loreto


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